¡LA CORPAS CON FRANCISCO!

Hoy, quiero invitarlos a recrear conmigo el encuentro con Su Santidad el Papa Francisco, cuando tuve el inconmensurable honor de dejar en sus manos la bandera y el escudo de nuestra querida Corpas, y el libro Zona Sana II -como testimonio de nuestro compromiso con la Calidad de Vida, determinante para el cuidado de la Casa Común- escrito por 12 profesores de la Fundación Universitaria Juan N. Corpas y editado por los doctores Álvaro Daniel Medina y José Arlés Gómez, junto con una pequeña canasta de artesanía boyacense.

El Profesor Medina, habiéndolo acordado conmigo, tuvo la gentileza en días pasados de enviarles el registro fotográfico del Vaticano, donde quedó plasmado ese feliz momento!

Antes de emprender juntos este viaje, quiero contarles cómo se dio inicio a esta maravillosa experiencia:

Una amable comunicación del Dr. Oscar Domínguez, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades – ASCUN enviada en el mes de junio, anunciaba a sus IES asociadas que la Red de Universidades para el Cuidado de la Casa Común (RUC), en colaboración con la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) estaba programando para los días 20 y 21 de septiembre del año en curso, el encuentro “Organizando la Esperanza” a realizarse en la Santa Sede, con la participación de rectoras y rectores de universidades de Latinoamérica y el Caribe. 

Habiéndome postulado para participar, en la última semana del mes de julio recibí la confirmación de haber sido aceptada como asistente al evento académico y al encuentro con Su Santidad, el Papa Francisco. 

Planear este viaje fue un ejercicio especialmente feliz. Elsa Bustamante, diseñadora colombiana y amiga entrañable, elaboró con afecto y dedicación el vestido negro que llevaría al evento, junto con una linda mantilla que, finalmente, no fue necesario usar.  

Saliendo de Bogotá el lunes 18, vía Madrid, llegué a Roma en la tarde del martes 19 en la tarde en compañía de Liliana Arias, Vicerrectora Académica de la Universidad del Valle, querida amiga y colega Médica Familiar, quien fue mi compañera en esta aventura espiritual. Con el lindo atardecer de uno de los últimos días del verano, recorrimos algunas calles de la Ciudad Eterna y visitamos a Mater Admirabilis en Trinidad del Monte.  

Al día siguiente nos dirigimos a la sede del Instituto Patrístico Agustinianum, ubicado en la vía Paolo VI, a media cuadra del lugar donde estábamos hospedadas, para participar en el

Encuentro Sinodal. Allí, más de doscientos rectores universitarios de Latinoamérica y el Caribe, diez de Colombia, trabajamos distribuidos en cuatro grupos en torno a la Encíclica del Papa Francisco Laudato Si (“Alabado Seas”) con el propósito de abordar, desde la perspectiva de las Instituciones de Educación Superior de nuestra región, posibles soluciones a la crisis ambiental, social, económica y cultural que Francisco allí plantea.

Tuve también el honor de ser una de las firmantes de “Rome Call for AI Ethics”, un manifiesto que promueve el uso responsable de la inteligencia artificial y que fue entregado el día de la audiencia a Su Santidad. 

Ese jueves 21 de septiembre, salimos de la Residenza Paolo VI, contigua a la Plaza de San Pedro, y atravesamos la plaza dirigiéndonos hacia el punto de encuentro acordado, en medio del repicar de las campanas de la Basílica de San Pedro que, esa mañana, era para nosotras aún más inspirador y significativo.

A las 8:00 am ingresamos por la entrada peatonal ubicada en la puerta de Santa Ana, donde queda también una entrada vehicular al Vaticano. Unos metros adelante, pasando por una puerta de hierro forjado, llegamos a un patio contiguo al edificio del Palacio Apostólico, donde esperamos unos 20 minutos. Allí, al levantar nuestra mirada nos encontrábamos con la ventana desde donde el Papa Francisco, los domingos, reza el Ángelus y saluda a la multitud que se reúne en la Plaza de San Pedro. Luego de pasar por una amplia explanada, entramos al edificio. 

Subiendo varios pisos por unas amplias escaleras, llegamos a la Sala Clementina, bellísima, donde se encontraban ya dispuestas nuestras sillas rojas y, al frente, una pequeña mesa, con su silla pequeña, también roja, donde había una carpeta blanca y un micrófono. Nada ostentoso. ¡Todo reflejaba la sencillez y la grandeza espiritual del ser extraordinario que íbamos a conocer!

Nuestra audiencia estaba programada para las diez de la mañana, pero ya a las 8:45 am estábamos todos en la Sala, dispuestos a esperar una hora y cuarto hasta la llegada de Su Santidad.

Cuál no sería nuestra sorpresa cuando, siendo las 9:00 am, vemos al Papa asomarse e ingresar saludando sonriente, por una de las puertas laterales de la Sala Clementina. No quiso hacernos esperar hasta la hora programada para nuestra audiencia. ¡Ese es nuestro Papa! ¡No solo inspira el más profundo respeto, sino da ejemplo de ese precioso valor!

Lo aplaudimos de pie mientras ingresaba y se sentaba, aunque nos hacía señas, sonriendo, indicándonos que nos sentáramos.

Luego de saludarnos de manera afectuosa, de agradecer nuestra visita y de manifestarnos que le parecía muy bonito el concepto de “organizar la esperanza” que habíamos escogido para nuestro Encuentro, respondió pausada y detalladamente a las preguntas de los representantes de los cuatro grupos de trabajo conformados para la sesión del día anterior, en torno a los ejes de la Encíclica Laudato Si.

Nos invitó a procurar acciones para acompañar a la naturaleza en su desarrollo a plenitud, en un diálogo permanente con ella, evitando “la cultura del descarte, de usar y desechar, que nos hace tanto daño”, y a formar y fortalecer redes entre las universidades, con este propósito. A promover la ecología integral, porque “¡los jóvenes tienen derecho a un cosmos equilibrado!”. A “ser muy inventivos en estas cosas para proteger la naturaleza”, buscando alternativas para controlar la crisis medioambiental -tales como los páneles solares- y a llevar a nuestros jóvenes a ser líderes en ese campo.  

Expresó, también, su preocupación por la circunstancia de que el proceso de degradación ambiental que hoy vive la humanidad, va de la mano de la degradación de las condiciones de vida y la degradación de los valores.

A continuación, manifestó su inquietud por algunas universidades que son de tipo “cientificista abstracto”. Al respecto nos dijo: “… van caminando sobre teorías economicistas, teorías sociales. Todo es teoría, pero nunca aterrizan”. Y allí mencionó la importancia de que las universidades nos centremos en abordar las realidades de los más necesitados.  

En cuanto a la crisis migratoria nos dijo: “Les pido que, en honor a la humanidad que sufre, en sus universidades se trate este problema, pero con la densidad humana que tiene. Al migrante hay que recibirlo, acompañarlo, promoverlo e integrarlo”.

Nos invitó a promover una formación humanista y un diálogo fraterno de jóvenes que participen en la política “como una de las vocaciones más nobles de la persona humana, porque es la que lleva adelante los procesos de desarrollo”.  “No necesariamente para que actúen en un partido”, nos decía, sino para que tengan apertura política y sepan dialogar, con madurez, con los grupos políticos.  

Después de anunciarnos que hoy, 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, se publicará su exhortación apostólica “Laudate Deum”, nos dijo: “Ustedes tienen que formar a los chicos y a las chicas en los tres lenguajes humanos: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos. De tal manera que aprendan a pensar lo que sienten y lo que hacen, a sentir lo que hacen y lo que piensan, y a hacer lo que piensan y lo que sienten”.

Finalmente, nos invitó a ser creativos ante la realidad y los desafíos, “y a ser formadores, no solo informadores!”.

En ese momento, luego de nuestro emotivo aplauso, los organizadores nos indicaron que podíamos hacer una fila para pasar a saludarlo. El Santo Padre nos preguntó si le permitíamos recibirnos sentado haciendo, con gracia, alusión a su edad. ¿Se imaginan? 

Pasaron primero los rectores de Argentina quienes le llevaban obsequios que, sin duda alguna, fueron muy emotivos para él por tratarse de sus coterráneos. Y luego, poco a poco, fuimos todos pasando a saludarlo….

 

Cuando quedaban tan solo un par de personas adelante en la fila, sentía que el corazón se me iba a salir del pecho. Mis ojos se llenaron de lágrimas… No podía creer que allí, a dos pasos, estaba Su Santidad!!

Y llegó mi turno… Tan pronto la persona que me antecedía se despidió del Papa y se alejó lo vi, allí sentado, con su amable sonrisa y rodeado de una luz indescriptible… Su mirada, diáfana y brillante. Le dije que venía de la Corpas, una linda universidad fundada hace 52 años en Bogotá, Colombia y le entregué los presentes. Los recibió con una amplia sonrisa, me agradeció y le dije: “Papa Francisco… Gracias por devolvernos la esperanza y por recordarnos, que lo que el árbol tiene de florido…” y él, mirándome a los ojos, completó la frase: “…Vive de lo que tiene sepultado!” Y dijo sonriendo… Qué lindo soneto no? 

Fue un momento sublime…Este soneto del poeta argentino (1900-1978) Francisco Luis Bernárdez, cuya estrofa final completó el Papa Francisco, era una de las composiciones poéticas favoritas de nuestro querido Fundador, doctor Jorge Piñeros Corpas… Mientras me despedía de Su Santidad, con el corazón lleno de gozo, imaginaba al Doctor Piñeros sonriendo, desde su estrella en el cielo…  

 

Esa misma noche inicié el viaje de regreso, agradeciendo a Dios por haberme permitido vivir esta hermosa experiencia y con la honrosa misión de transmitir a Ustedes, mi muy querida Comunidad Corpista, el amoroso e inspirador mensaje del Papa Francisco.

Para finalizar quiero dejarles aquí, este regalo para el alma:

“Si para recobrar lo recobrado
Debí perder primero lo perdido,
Si para conseguir lo conseguido
Tuve que soportar lo soportado,

Si para estar ahora enamorado
Fue menester haber estado herido,
Tengo por bien sufrido lo sufrido,
Tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
Que no se goza bien de lo gozado
Sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
Que lo que el árbol tiene de florido
Vive de lo que tiene sepultado.

Francisco Luis Bernárdez”

Un inmenso y fraternal abrazo,

Ana María

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